miércoles, 25 de mayo de 2011

HORA DE ECHAR EL CIERRE



Pues sí, efectivamente ha llegado la hora de echar el candado al blog, la verdad es que estaba ya bastante abandonado pero lo que bien empezó, bien debe acabar y que menos que un post de despedida (muchas se están juntando y mejor empezar cuanto antes), han sido muchas situaciones vividas que he tratado de trasladar por medio de mis textos, por recordar ha habido del mundial de fútbol, de baloncesto, de Fórmula 1, de mi fugaz estancia en una preselección madrileña, opiniones al fin y al cabo de un pobre mortal que le gusta escribir y que lo hace simplemente por placer en cuanto su apretada agenda se lo permite.

No obstante, ha habido otros posts, pero estos no hacían referencia a la actualidad, sino a mi equipo, al junior femenino A de Distrito Olímpico al que no hacía falta citar para decir que hablaba de él, artículos como el de “por qué entrenamos y para qué”, “el talento deportivo” o “capacidad y voluntad de pase” reflejaban el trabajo diario que he intentado desarrollar con ese equipo y que me ha absorbido de tal manera que intentaba sacarlo de alguna manera escribiendo.


Seguramente esa haya sido una de las razones por las cuales el último post es de enero, porque en ese momento empezaba la preparación de lo importante, los playoffs y la lucha por nuestra propia identidad, no había tiempo de más, sólo trabajo y entreno, ellas, sólo estudio y entreno, todo al servicio de un fin común.


Ellas me han servido de inspiración, tanto en los momentos buenos como en los malos, que de todo ha habido, para demostrarme día a día que podemos ser mejores en cada cosa que hagamos, dando muestras de una profesionalidad sin ser profesionales y de una madurez siendo adolescentes que está al alcance de muy pocos.


Atrás quedará ese comienzo hace dos años con ese entrenador de mala leche, algún que otro enfrentamiento con algún padre que al fin y al cabo dan salsa a este deporte, alguna tensión mal llevada en los entrenamientos y sobre todo, muchas alegrías, como esa victoria ante un Estudiantes A o esa clasificación para playoff de cuartos que compensó el mucho trabajo realizado.


Ahora llega el momento del adiós, es ley de vida, y la sensación de vacío es mucho mayor de la que yo me esperaba, sentimientos encontrados hablaba con una compañera y amiga entrenadora, por un lado ilusión por un nuevo proyecto, pero con mucha tristeza por lo que se deja, mucha más de la que haya tenido nunca en situaciones idénticas.


Nada más, gracias a todos aquellos que me hayan leído, que perdáis vuestro tiempo, aunque sea mínimamente conmigo es algo que me enorgullece.


Hasta la vista y hasta siempre

jueves, 27 de enero de 2011


Algunos entrenadores de baloncesto dicen que éste es un juego individual y la verdad es que pueden haber argumentos que no le faltan para esa consideración, por ejemplo mientras que en fútbol es bastante difícil (salvo para genios) que un jugador coja el balón en su campo defensivo y marque gol en la portería contraria, en baloncesto es más que posible coger un rebote defensivo, correr a canasta y que se produzca el tan manido “entrar hasta la cocina”, por poner un ejemplo de los muchos que se me ocurren.


También se nota sus especiales características al ser un deporte de cambios casi continuos, lo cual origina que la diferencia entre titulares y suplentes prácticamente sea invisible, pudiendo jugar 5 minutos el que sale desde el principio y 35 el que le sustituye, a lo que se une que encima el número de componentes que hay en el banquillo supera el de los que juegan (5 titulares por 7 suplentes) y todo ello para cuarenta minutos de juego real, poco más de media hora.


Y finalmente, todos lo sabemos, lo bonito siempre es la canasta y cuanto más forzada sea, más defensa tengamos encima y más ayudas salten a impedírnosla, mayor será el aplauso de la grada, aunque eso suponga que haya un compañero mejor colocado, sin defensa y encarado a canasta, a ese el público sólo lo ven cuando se falla…aunque el entrenador lo ve mucho antes.


Analicemos entonces como entrenadores como debemos valorar una acción como la que acaba de ocurrir, ¿aplaudirla si la mete y la bronca si la falla? O a lo mejor nada de ambos y todo a la vez.
Decía Pepu Hernández que “el baloncesto es un juego de pases” y sin duda es el arma maestra de nuestro juego, avanzas mucho más rápido que botando, permite cien opciones de ataque desde un simple 2 x 2 hasta el 5 x 5 y por ser, hasta es un elemento clave en el espectáculo cuando hay algún alley-hoop que permite un mate en el aire.


Sin embargo, el pase también tiene sus deméritos y es la sensación de pérdida de control mientras el balón llega a su objetivo y que tiene hasta nombre “defensa de las líneas de pase” en el que el equipo rival busca desesperadamente (bueno, o eso quisiéramos) ponerse en medio de esa línea imaginaria que define la trayectoria del balón para recuperar el preciado objeto redondo.


Ello no sucede mientras botamos, en ese momento la sensación de control es mucho mayor, ya que pueden quitárnosla sí, pero en cada intento de robo tenemos la mirada atenta del colegiado que estará dispuesta a pitarnos la correspondiente personal en cuanto vea un contacto no permitido, cosa que sucede con mucha más facilidad que el robo en sí.


Ahí es donde entra el título de este artículo, en que como entrenadores tenemos una obligación fundamental con nuestros jugadores/as, que no sólo tengan CAPACIDAD de pase, sino VOLUNTAD en darlo.


La capacidad, aparte de la innata en cada uno de nosotros, viene determinada por muchos factores, la técnica correcta empleada en su enseñanza durante toda la etapa de formación, el esfuerzo en los entrenamientos y, sobre todo la cantidad de horas de calidad usadas en su mejora. Todo ello hará lograr que el jugador tenga una capacidad de pase válida para este juego.
Pero… ¿y la voluntad de pase?, ¿es entrenable? ¿Cómo convencemos a nuestro jugador que pase el balón a un compañero que está mejor situado que él?.


Tengámoslo claro, no hay varitas mágicas, mientras la capacidad es mejorable con el trabajo diario, si el jugador no tiene voluntad de pase, lo tenemos muy difícil, en este caso el apartado metodológico y psicológico nos obliga a un trabajo extra y se basa en convencer a los jugadores que tanta validez tiene la canasta como la asistencia que logra que el jugador lance solo, que igual incidencia tiene ese rebote defensivo y ese primer pase para montar el contraataque que el que acaba metiendo la entrada, en resumidas cuentas, VALORANDO cada acción positiva en los entrenamientos y sin importarnos que el balón haya entrado o no.


Desgraciadamente es más fácil decirlo que hacerlo y muchas veces tendremos que luchar con la consabida respuesta del jugador cuando le recriminamos su excesivo individualismo del tipo: “pero…si la he metido” y ahí es donde tenemos que entrar con explicaciones claras y concretas haciéndole ver que no todo es eso y sobre todo demostrando total convencimiento en lo que le decimos, sin fisuras.


Acabo con la situación práctica planteada, imaginaos que esa canasta metida con tres defensores encima desde 5 metros y en el que había dos compañeros solos bajo el aro ha supuesto un tiempo muerto del rival, ¿qué decís en ese momento?, ¿felicitar a vuestro jugador?, ¿abroncarle por no haber pasado?, seguramente cada entrenador tendrá su respuesta, sólo puedo deciros la mía: “La próxima vez fíjate como saltan las ayudas a parar tu tiro, porque tenías a tal y cual (diciendo sus nombres) bajo canasta y habían logrado posición de tiro clara”, con ello, aparte de enseñar la otra opción que tenía el jugador demuestras a sus compañeros que no te has quedado solo en la canasta metida sino que tú, como entrenador, ves mucho más allá.

jueves, 30 de diciembre de 2010

COMPLEJOS Y ACOMPLEJADOS


Decía Manel Comas comentando el partido entre el Barcelona y el Real Madrid, que tenía la sensación de haber visto ya ese encuentro y deja caer una especie de crítica velada (o no) a Ettore Messina en el sentido de que tenía que haber buscado alguna solución táctica diferente para enfrentarse a los blaugranas como por ejemplo, poner a Felipe Reyes de cinco puro en vez de colocarle un poco más lejos del aro en posición de ala-pívot.

Sin embargo, Messina sí utilizó alguna variante táctica diferente como es una zona 1-2-2 rota con pasmosa facilidad tanto desde el exterior como el interior, la opción de Carlos Suárez como cuatro para obligar a las inmensas torres azulgranas a salir más de la zona y que lo único que hizo fue que las ayudas salieran perfectamente a tapar su entrada al aro cuando rebasaba a su par, etc. Etc. Etc.

Entonces, ¿por qué Manel Comas tenía esa sensación?, pero más allá aún, ¿por qué todos pensábamos como él?

Porque aunque no queramos reconocerlo, todos los que estén en alguno de los dos bandos, ya sean entrenadores, jugadores, masajistas, delegados, público, cheerleaders, los que pasan la mopa, etc., están aquejados de un complejo, unos de inferioridad y otros de superioridad, quedando en una especie de limbo todos aquellos que no se decantan por ninguno pero que saben que ambos están enfermos con dicho mal y esperan ver si hay cura o, por el contrario, vuelven a ver el mismo episodio que ya alcanza un carácter crónico, cosa que así sucedió.

El Real Madrid (no hacía falta ni decirlo) es el máximo exponente de lo que es un complejo de inferioridad, a pesar de venir como líder destacado, con una victoria en el Buesa Arena que se le resistía desde mucho, con una soberana venganza sobre el Spirou francés venciendo por 94-45 en Euroliga, sale pensando desde el salto inicial que su rival es mejor, considera que aunque ponga lo mejor de sí para defenderlo, sabe que el jugador que está defendido meterá canasta aunque tire sacando el balón desde el ombligo y a cuchara, no tiene confianza en las indicaciones que le haga su entrenador porque sabe que su rival es más fuerte, más alto, más guapo, más intenso, más adinerado, y ello le obliga a hacer todas sus actuaciones defensivas u ofensivas con miedo, hasta el punto de que tirar parece un suplicio y nadie quiere tomar esa responsabilidad, sin contar que, quién al final lo asume, hay más de una vez que no toca ni aro.

En el otro lado tenemos una muestra de lo contrario, el F.C. Barcelona se presentaba como segundo en la competición por detrás del Real Madrid, habiendo pasado al top 16 en una rácana tercera posición, con fichajes de última hora: Ingles y Anderson, (éste último debutaba en este partido) y además con una baja más que relevante, Pete Mickeal. Desde luego un panorama que hacía ver a los no enfermos, la posibilidad de ver un partido más que disputado. Pero hete aquí que sale un equipo que, dando muestras que sigue gravemente enfermo de ese complejo de superioridad, considera al Real Madrid como el equipo alevín de villarobledillo de abajo y consciente de que saben que son mejores, no le dan ninguna opción, da igual el entramado defensivo del rival, si fallan algún tiro lejano saben que otro cogerá un rebote, si dan un pase en el aire sabe que siempre estará ocupada la esquina correspondiente para lanzar sólo, en resumidas cuentas, un ciclón.

Y así termina el encuentro, como empezó, con 20 puntos de ventaja otra vez a favor del enfermo que jugaba en casa en esta ocasión, no busquemos soluciones técnicas, tácticas o de otro tipo, ni pensemos que Xavi Pascual es lo máximo por encima de Phil Jackson o que Ettore Messina ha sufrido un alzeheimer en sus conocimientos baloncestísticos. No, todo se resume en una palabra: COMPLEJOS, para unos y para otros, cada cual el que le corresponde

¿La cura?, al día de hoy no existe o este modesto articulista no la conoce, habrá que esperar a la próxima revisión que puede ser allá por el mes de febrero, en esta ocasión en Madrid, con motivo de la celebración de la Copa del Rey, veremos si las medicaciones surten efecto o por el contrario volvemos a ver otro repetido episodio.

martes, 30 de noviembre de 2010

¿POR QUÉ ENTRENAMOS Y PARA QUÉ?


Esto no pretende ser un artículo de carácter técnico, ni mucho menos, sino más bien dar una opinión (que no solución) sobre uno de los grandes misterios de la humanidad deportiva, ¿por qué entrenamos y para qué?

La respuesta la voy a circunscribir a una situación puntual originada en un partido jugado por un equipo femenino de Distrito Olímpico pero que es extrapolable a cualquier otro equipo de cualquier otro club de cualquier liga que se juegue en cualquier mundo.

Minuto 39 y unos cuantos segundos de partido, el equipo que tiene la pelota va ganando de tres puntos y la base da un pase que deja a una compañera sola bajo el aro pero…en el lado izquierdo de la canasta…y ella es diestra, muy, muy diestra.

…Y hasta ahí por el momento.

Los entrenos tienen un objetivo básico: MEJORAR, dicho todo ello en el más amplio sentido de la palabra, mejorar a nivel colectivo, individual, físico, mental e incluso intelectual haciendo funcionar más de la cuenta las neuronas para lograr la tan ansiada “lectura del juego”, dicha mejora no sólo busca el desarrollo deportivo sino también el de la persona con conceptos tales como disciplina, esfuerzo, sacrificio, compañerismo… en resumidas cuentas, circunstancias que sirvan también para tu vida fuera del deporte.

Pero ¿cómo se mejora en los entrenamientos? No sólo con la repetición constante y robotizada de lo que diga el entrenador, que también, sino con la capacidad para innovar, de hacer cosas nuevas y que sabemos que no son ninguna locura dentro del juego, asumiendo riesgos, teniendo el suficiente valor de hacer algo que sabemos que es lo correcto y que mi propio miedo a no hacerlo bien me lleva a buscar otra opción más fácil para mi pero peor para el equipo y finalmente, con personalidad, sin ella entrenaremos de forma timorata y sin capacidad de buscar la mejora, esa personalidad es la que nos debe llevar a la madurez deportiva.

Una vez que sabemos por qué entrenamos viene la siguiente cuestión…¿Para qué lo hacemos? Aquí la respuesta es mucho más corta: PARA APLICARLO EN EL PARTIDO. De nada me sirve entrenar mil veces como recibir un balón si me da miedo ejecutar el movimiento por si lo pierdo, de nada me sirve entrenar como coger una posición en el rebote si luego no soy capaz de “pegarme” con mi rival de turno para pelear por la pelota.

Y volvemos al principio de la historia, donde hemos dejado a la jugadora con un balón que da la victoria, ante el aro, sin defensa pero en el lado izquierdo. Esa misma jugadora que su entrenador le ha repetido cientos de veces que la entrada por la izquierda se hace con la izquierda y que la derecha le sirve de protección y que cada día que ha entrenado lo ha intentado, unas veces con acierto y otras fallando pero siempre HACIÉNDOLO.

La jugadora salta y hace el movimiento perfecto, utiliza SU MANO IZQUIERDA y lanza al aro…fallando…la bola se queda corta y el rebote subsiguiente es cogido por el equipo contrario que, para mayor inri empata el partido.

Final del encuentro, la sensación de la jugadora es pensar que si la hubiera metido habría sentenciado el partido, que por qué no tiró con la derecha que le da más seguridad, que cómo se puede fallar estando sola y mientras tanto, su entrenador decide no decirle nada, ni bueno porque lo primero que pensaría su jugadora es que era para consolarla, ni malo, porque es inviable decir algo que está mal si se hace lo correcto.

Sin embargo su entrenador, en la reunión posterior que se hace a cada partido jugado y antes del siguiente entrenamiento, la felicita delante de todas sus compañeras y se muestra orgulloso de la madurez que ha alcanzado, porque ha entendido el objetivo fundamental de los entrenos, MEJORAR en el más amplio sentido de la palabra y APLICAR LO ENTRENADO, ésta vez la fortuna no la ha acompañado, la siguiente, no lo sabemos, pero estamos seguros todos que el camino para lograrlo sí está siendo recorrido.

Puede que algunos piensen “vaya rollo se suelta éste por una entrada con la izquierda”, los que se queden ahí no vale la pena ni rebatirlo, los que no y piensen un poco más allá, seguro que me entienden perfectamente.

¿Qué quién ganó? Eso da igual, hay momentos en los que, como entrenador, estás orgulloso de otras cosas por encima del resultado.

lunes, 1 de noviembre de 2010

DEMASIADO CERCA DE LAS ESTRELLAS

El programa “Cerca de las estrellas” supuso, para muchas personas, un antes y un después en la concepción del baloncesto americano ya que, con anterioridad al mismo, poco había sobre la NBA que no fuera más allá del all-star y conocer quién había sido el campeón esa temporada, corría el año 1988.

Sin embargo, tal emisión nos acercó a conocer el formato de una liga con 82 partidos de liga regular, con playoffs larguísimos, con espectáculo a cada tiempo muerto y, sobre todo, una concepción del showtime que dejaba en pañales al baloncesto europeo y que veíamos completamente inalcanzable, hasta el punto que, el fichaje de Fernando Martín por los Portland Trail Blazers, aparte de la repercusión mediática que produjo, también se concibió como una cuestión casi de Estado hasta el punto que, al considerársele “profesional” se le impedía volver a vestir la camiseta de la selección española, algo aberrante por otro lado.

Otro punto de inflexión fue la participación en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 del único Dream Team que ha existido hasta la fecha, ahí lo importante no era la diferencia de puntos que te iban a endosar sino la foto al final del partido en el que pudieras contar a tus nietos que estuviste jugando contra los mejores jugadores del mundo porque sabías que todos y cada uno de ellos iban a dejar un recuerdo que perdurará durante la eternidad, o acaso alguien duda que dentro de 50 años seguiremos hablando de Jordan, Bird o Magic Johson.

Y así han ido pasando los años, las temporadas, los mitos se han ido retirando, han ido llegando otros nuevos y mientras tanto ¿qué hubiera pasado si alguien se hubiera dormido en el año 1992 tras ver al equipo USA recoger su medalla de oro y se despertara en la actualidad?
Pues vería que ya no aplaudimos las jugadas del equipo americano sino que exigimos que les apliquen el reglamento FIBA para jugar en igualdad, que a muchos les parece una solemne tontería el numerito del “elegido” Lebron cuando se pone a lanzar los polvitos al aire, que seguimos mucho más a los equipos NBA en los que juegan nuestros compatriotas simplemente por verlos a ellos más que a sus acompañantes y que disfrutamos con los anillos conseguidos por Gasol como algo nuestro.

Pero no queda ahí la cosa, porque nuestros equipos pueden jugar contra los de allí sin ningún tipo de complejo, ejemplos cada vez hay más, como la victoria del CSKA ante Cavaliers en territorio americano y, sin duda, el triunfo del Barcelona ante Los Angeles Lakers, luego podremos debatir sobre si estos estaban en pretemporada, si aquellos venían más en forma o si el entrenador (con mayúsculas) Phil Jackson considera que el equipo español pueda competir en la NBA o no, sin duda otro debate.

Todo ello también tiene su efecto negativo, todos aquellos que vienen de allí ya no son los jugadores capaces de anotar 40 puntos por encuentro, dueños de su juego por encima del equipo, egoístas y encerrados en su mundo, ahora no, saben que deben ponerse al servicio del conjunto, a saber que nada les viene hecho y que si no son capaces de adaptarse a un ritmo muy parecido de competición, lo acabarán pagando, Sergio Rodríguez es un claro ejemplo de ello.

Finalmente, lo único cierto es que las estrellas están demasiado cerca, no a su altura, seamos realistas, ni tenemos esa capacidad económica, ni esos pabellones, ni muchas más cosas pero lo cierto es que la ventaja que había se ha reducido muy considerablemente y lo mejor es que seguimos avanzando…¿ellos también?

viernes, 15 de octubre de 2010

EL TALENTO DEPORTIVO


Miro la página web de la Federación Española de Baloncesto y me encuentro la noticia de que una jugadora de 15 años, Leticia Romero, ha debutado en la Liga Femenina (máxima competición en España) con el Gran Canaria 2014 (http://www.feb.es/NoticiaDesarrollo.aspx?idNoticia=35240) y lo primero que pienso es, aparte de la precocidad en entrar en el baloncesto de élite, cuál es el principal premisa en el que se habrán fijado quiénes correspondan en dar tan insigne responsabilidad a una joven en plena adolescencia y una palabra viene a mi mente: TALENTO, cuya definición, según la Real Academia Española es algo que combina inteligencia (capacidad de entender) y aptitud (capacidad para el ejercicio o desempeño de una ocupación).

Mucho se habla sobre la citada palabrita, por haber, hasta hay un concurso en la televisión británica con el mismo nombre “you’ve got talent” en el que han surgido personajes que se han convertido en artistas y cuyo anonimato se hubiera mantenido si no hubiera sido porque dicho programa, con un formato que ha sido copiado por otros países, entre ellos España, permite mostrar las habilidades ocultas de las personas que allí pasan.

Sin embargo, demostrar que se tiene talento en el deporte, no es “tan fácil” como presentarse a un concurso de televisión y esperar que te llamen, digamos que no sólo depende del deportista en sí y en el que influye muchas más cosas, o, permitámonos una licencia lingüística, “muchos talentos” como estos:

Talento del deportista

Sin duda el más importante, pero no vale sólo las condiciones innatas, tanto físicas (que también) y técnicas (sin duda), en este caso el talento se demuestra cuando, una vez que reúnes ambas eres capaz de juntarlo con un espíritu de sacrificio inquebrantable cifrado en saber cosas tan sencillas como que un entreno no se recupera nunca, sea por la causa que sea, salvo por enfermedad o lesión, que cada uno de los entrenos que realizas debes hacerlo con un nivel de intensidad y concentración que sea lo más parecido que se pueda a un partido y finalmente, todo aderezado de la suficiente humildad de saber que, si crees que estás a la altura de ser el mejor, ello te ha venido de la constancia, del trabajo y de tener a tu lado a tus compañeros de equipo de tal forma que ellos vean en ti el ejemplo que seguir. Si falla cualquier condicionante tendrás difícil demostrar tu talento.

Talento del entrenador

Lo que más subjetividad puede presentar, ¿cómo debe gestionar un entrenador la presencia de un jugador con talento deportivo superior al resto? ¿mayor nivel de exigencia? ¿con más beneficios que al resto? Para todo ello, el talento lo debe demostrar el entrenador y estar a la altura de su jugador, pero ese talento no se demuestra dejándole claro su posición en el equipo o haciéndole un referente con respecto a sus compañeros, no, ese talento se demuestra exigiendo al jugador que llegue al límite de lo que pueda dar y una vez que haya llegado al mismo, ponerle otro límite más lejos aún. Por desgracia vemos entrenadores, sobre todo en minibasket, que tienen jugadores con proyección de demostrar su talento pero que, porque bien son altos y más grandes que la mayoría, su entrenador, demostrando una total carencia de ese talento, los coloca en posiciones que no le sirven para mejorar y que, a la larga, sólo logrará tener unos chicos/as que, habiendo tenido posibilidades se han quedado en el camino simplemente porque su entrenador no supo encauzarlos.

Esa es la gran responsabilidad del entrenador, tener talento para que el jugador pueda explotar su talento, si Leticia Romero, con su 1.73 sus entrenadores de mini la hubieran colocado únicamente a rebotear, ahora no sería una jugadora de élite, que desempeña el puesto de 1 ó 2, que es internacional y que, con 15 años tiene un futuro prometedor si no se tuerce, ahí sí demostraron talento sus entrenadores.

Talento del entorno

Nos referimos al entorno, aunque aquí la figura principal reposa en los padres, existen dos tipos de talentos. Por un lado el que no ve la realidad que tiene delante de sus ojos, que no ve las carencias de su hijo/a, que presiona al chaval para ser “el mejor”, que premia sus canastas con recompensas económicas, que critica al entrenador por haberle sentado, en resumidas cuentas, que no tiene el talento de ver cuáles son las propias limitaciones del jugador y le suma en un mar de dudas y de desilusiones que normalmente conllevan el abandono del deporte.

El otro talento es el que va unido al del sacrificio, es aquél padre o madre que no es capaz de asumir que su hijo/a está más que cualificado para jugar al baloncesto y, aunque vaya bien en estudios, no es capaz de entender tantos entrenos, tantos partidos, que no sacrifica el puente aunque haya partido, que dice “por un entreno que te saltes no pasa nada”, en resumidas cuentas, su talento no le llega para advertir que “el que algo quiere algo le cuesta” y finalmente origina que, alguien con posibilidades, no pueda llegar a lo más alto.

Y ya está, podríamos hablar de muchos más talentos que hay detrás de cada jugador/a que llega a la élite, no obstante, sólo podemos tener una cosa clara, llegar arriba es dificilísimo, mantenerse todavía más y, seguramente lo más importante que tenemos que tener en nuestro papel de jugador, entrenador o padre es que lo fundamental es disfrutar del deporte, lo demás irá llegando según nuestra calidad, nuestra suerte o nuestro talento.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Scariolo: NO Hacemos falta...pero y si….

1 de septiembre de 2006, partido de semifinales Mundobasket Japón 06, a falta de 19 segundos, José Manuel Calderón anota 1 de los dos tiros libres que dispuso y España defiende sin hacer falta la última posesión del partido para Argentina, Ginóbili rompe al centro, da pase a Nocioni que lanza sólo desde la esquina derecha en la línea de 6.25 y… falla. El resto de la historia es conocida.

8 de septiembre de 2010, partido de cuartos Mundobasket Turquía 10, a falta de 25 segundos, Marc Gasol consigue una canasta que supone el empate en el marcador, posesión para Serbia y España decide no hacer falta, defendiendo de una manera tan eficaz que a falta de tres segundos para acabar el tiempo, la pelota se encuentra a 9 metros del aro en manos de Teodosic que lanza y…también sabemos que pasa.

Misma competición, misma situación y distinto final, el paso de la gloria en el que Pepu Hernández fue elevado a los altares, al infierno en el que está Scariolo por tomar la misma decisión.

¿Cuál fue la equivocada y cuál la correcta? Nadie lo sabe ni lo sabrá jamás, o mejor sí, la acertada siempre es la que te hace ganar, la que hace que la gente piense que eres un superdotado para ver el futuro más allá, la que te pone en los altares considerándote el mejor entrenador del planeta. Esos mismos que ahora dirán que como puede ser que alguien así y con esos errores dirija un combinado nacional de la talla de España, que como no pudo hacer falta para tener la última posesión “como mandan los cánones”.

Esa es la miseria y la grandeza del baloncesto, deporte único y sin comparación posible, o acaso os imagináis a un jugador de fútbol haciendo un penalti para recuperar la posesión, o a uno de tenis dejándose ganar el juego para recuperar el servicio, seguro que no.

Hoy hemos visto la cruz igual que hace cuatro años vimos la cara, hoy el dolor de la derrota se superpone a la alegría que tuvimos cuando ganamos la final, hoy machacamos a un entrenador después de que ayer aplaudimos a otro.

Y todo…por una decisión, esa misma decisión que nos dio una final y esa misma decisión que nos ha alejado de la lucha por las medallas.

¿Vosotros qué habríais hecho? Sea lo que sea, será equivocada o acertada al 50 % y ello no os hará ni mejores ni peores entrenadores. Simplemente os hará ENTRENADORES tomando decisiones en las que muchas de ellas os acompañarán el resto de vuestra vida.