viernes, 15 de octubre de 2010

EL TALENTO DEPORTIVO


Miro la página web de la Federación Española de Baloncesto y me encuentro la noticia de que una jugadora de 15 años, Leticia Romero, ha debutado en la Liga Femenina (máxima competición en España) con el Gran Canaria 2014 (http://www.feb.es/NoticiaDesarrollo.aspx?idNoticia=35240) y lo primero que pienso es, aparte de la precocidad en entrar en el baloncesto de élite, cuál es el principal premisa en el que se habrán fijado quiénes correspondan en dar tan insigne responsabilidad a una joven en plena adolescencia y una palabra viene a mi mente: TALENTO, cuya definición, según la Real Academia Española es algo que combina inteligencia (capacidad de entender) y aptitud (capacidad para el ejercicio o desempeño de una ocupación).

Mucho se habla sobre la citada palabrita, por haber, hasta hay un concurso en la televisión británica con el mismo nombre “you’ve got talent” en el que han surgido personajes que se han convertido en artistas y cuyo anonimato se hubiera mantenido si no hubiera sido porque dicho programa, con un formato que ha sido copiado por otros países, entre ellos España, permite mostrar las habilidades ocultas de las personas que allí pasan.

Sin embargo, demostrar que se tiene talento en el deporte, no es “tan fácil” como presentarse a un concurso de televisión y esperar que te llamen, digamos que no sólo depende del deportista en sí y en el que influye muchas más cosas, o, permitámonos una licencia lingüística, “muchos talentos” como estos:

Talento del deportista

Sin duda el más importante, pero no vale sólo las condiciones innatas, tanto físicas (que también) y técnicas (sin duda), en este caso el talento se demuestra cuando, una vez que reúnes ambas eres capaz de juntarlo con un espíritu de sacrificio inquebrantable cifrado en saber cosas tan sencillas como que un entreno no se recupera nunca, sea por la causa que sea, salvo por enfermedad o lesión, que cada uno de los entrenos que realizas debes hacerlo con un nivel de intensidad y concentración que sea lo más parecido que se pueda a un partido y finalmente, todo aderezado de la suficiente humildad de saber que, si crees que estás a la altura de ser el mejor, ello te ha venido de la constancia, del trabajo y de tener a tu lado a tus compañeros de equipo de tal forma que ellos vean en ti el ejemplo que seguir. Si falla cualquier condicionante tendrás difícil demostrar tu talento.

Talento del entrenador

Lo que más subjetividad puede presentar, ¿cómo debe gestionar un entrenador la presencia de un jugador con talento deportivo superior al resto? ¿mayor nivel de exigencia? ¿con más beneficios que al resto? Para todo ello, el talento lo debe demostrar el entrenador y estar a la altura de su jugador, pero ese talento no se demuestra dejándole claro su posición en el equipo o haciéndole un referente con respecto a sus compañeros, no, ese talento se demuestra exigiendo al jugador que llegue al límite de lo que pueda dar y una vez que haya llegado al mismo, ponerle otro límite más lejos aún. Por desgracia vemos entrenadores, sobre todo en minibasket, que tienen jugadores con proyección de demostrar su talento pero que, porque bien son altos y más grandes que la mayoría, su entrenador, demostrando una total carencia de ese talento, los coloca en posiciones que no le sirven para mejorar y que, a la larga, sólo logrará tener unos chicos/as que, habiendo tenido posibilidades se han quedado en el camino simplemente porque su entrenador no supo encauzarlos.

Esa es la gran responsabilidad del entrenador, tener talento para que el jugador pueda explotar su talento, si Leticia Romero, con su 1.73 sus entrenadores de mini la hubieran colocado únicamente a rebotear, ahora no sería una jugadora de élite, que desempeña el puesto de 1 ó 2, que es internacional y que, con 15 años tiene un futuro prometedor si no se tuerce, ahí sí demostraron talento sus entrenadores.

Talento del entorno

Nos referimos al entorno, aunque aquí la figura principal reposa en los padres, existen dos tipos de talentos. Por un lado el que no ve la realidad que tiene delante de sus ojos, que no ve las carencias de su hijo/a, que presiona al chaval para ser “el mejor”, que premia sus canastas con recompensas económicas, que critica al entrenador por haberle sentado, en resumidas cuentas, que no tiene el talento de ver cuáles son las propias limitaciones del jugador y le suma en un mar de dudas y de desilusiones que normalmente conllevan el abandono del deporte.

El otro talento es el que va unido al del sacrificio, es aquél padre o madre que no es capaz de asumir que su hijo/a está más que cualificado para jugar al baloncesto y, aunque vaya bien en estudios, no es capaz de entender tantos entrenos, tantos partidos, que no sacrifica el puente aunque haya partido, que dice “por un entreno que te saltes no pasa nada”, en resumidas cuentas, su talento no le llega para advertir que “el que algo quiere algo le cuesta” y finalmente origina que, alguien con posibilidades, no pueda llegar a lo más alto.

Y ya está, podríamos hablar de muchos más talentos que hay detrás de cada jugador/a que llega a la élite, no obstante, sólo podemos tener una cosa clara, llegar arriba es dificilísimo, mantenerse todavía más y, seguramente lo más importante que tenemos que tener en nuestro papel de jugador, entrenador o padre es que lo fundamental es disfrutar del deporte, lo demás irá llegando según nuestra calidad, nuestra suerte o nuestro talento.