martes, 30 de noviembre de 2010

¿POR QUÉ ENTRENAMOS Y PARA QUÉ?


Esto no pretende ser un artículo de carácter técnico, ni mucho menos, sino más bien dar una opinión (que no solución) sobre uno de los grandes misterios de la humanidad deportiva, ¿por qué entrenamos y para qué?

La respuesta la voy a circunscribir a una situación puntual originada en un partido jugado por un equipo femenino de Distrito Olímpico pero que es extrapolable a cualquier otro equipo de cualquier otro club de cualquier liga que se juegue en cualquier mundo.

Minuto 39 y unos cuantos segundos de partido, el equipo que tiene la pelota va ganando de tres puntos y la base da un pase que deja a una compañera sola bajo el aro pero…en el lado izquierdo de la canasta…y ella es diestra, muy, muy diestra.

…Y hasta ahí por el momento.

Los entrenos tienen un objetivo básico: MEJORAR, dicho todo ello en el más amplio sentido de la palabra, mejorar a nivel colectivo, individual, físico, mental e incluso intelectual haciendo funcionar más de la cuenta las neuronas para lograr la tan ansiada “lectura del juego”, dicha mejora no sólo busca el desarrollo deportivo sino también el de la persona con conceptos tales como disciplina, esfuerzo, sacrificio, compañerismo… en resumidas cuentas, circunstancias que sirvan también para tu vida fuera del deporte.

Pero ¿cómo se mejora en los entrenamientos? No sólo con la repetición constante y robotizada de lo que diga el entrenador, que también, sino con la capacidad para innovar, de hacer cosas nuevas y que sabemos que no son ninguna locura dentro del juego, asumiendo riesgos, teniendo el suficiente valor de hacer algo que sabemos que es lo correcto y que mi propio miedo a no hacerlo bien me lleva a buscar otra opción más fácil para mi pero peor para el equipo y finalmente, con personalidad, sin ella entrenaremos de forma timorata y sin capacidad de buscar la mejora, esa personalidad es la que nos debe llevar a la madurez deportiva.

Una vez que sabemos por qué entrenamos viene la siguiente cuestión…¿Para qué lo hacemos? Aquí la respuesta es mucho más corta: PARA APLICARLO EN EL PARTIDO. De nada me sirve entrenar mil veces como recibir un balón si me da miedo ejecutar el movimiento por si lo pierdo, de nada me sirve entrenar como coger una posición en el rebote si luego no soy capaz de “pegarme” con mi rival de turno para pelear por la pelota.

Y volvemos al principio de la historia, donde hemos dejado a la jugadora con un balón que da la victoria, ante el aro, sin defensa pero en el lado izquierdo. Esa misma jugadora que su entrenador le ha repetido cientos de veces que la entrada por la izquierda se hace con la izquierda y que la derecha le sirve de protección y que cada día que ha entrenado lo ha intentado, unas veces con acierto y otras fallando pero siempre HACIÉNDOLO.

La jugadora salta y hace el movimiento perfecto, utiliza SU MANO IZQUIERDA y lanza al aro…fallando…la bola se queda corta y el rebote subsiguiente es cogido por el equipo contrario que, para mayor inri empata el partido.

Final del encuentro, la sensación de la jugadora es pensar que si la hubiera metido habría sentenciado el partido, que por qué no tiró con la derecha que le da más seguridad, que cómo se puede fallar estando sola y mientras tanto, su entrenador decide no decirle nada, ni bueno porque lo primero que pensaría su jugadora es que era para consolarla, ni malo, porque es inviable decir algo que está mal si se hace lo correcto.

Sin embargo su entrenador, en la reunión posterior que se hace a cada partido jugado y antes del siguiente entrenamiento, la felicita delante de todas sus compañeras y se muestra orgulloso de la madurez que ha alcanzado, porque ha entendido el objetivo fundamental de los entrenos, MEJORAR en el más amplio sentido de la palabra y APLICAR LO ENTRENADO, ésta vez la fortuna no la ha acompañado, la siguiente, no lo sabemos, pero estamos seguros todos que el camino para lograrlo sí está siendo recorrido.

Puede que algunos piensen “vaya rollo se suelta éste por una entrada con la izquierda”, los que se queden ahí no vale la pena ni rebatirlo, los que no y piensen un poco más allá, seguro que me entienden perfectamente.

¿Qué quién ganó? Eso da igual, hay momentos en los que, como entrenador, estás orgulloso de otras cosas por encima del resultado.

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